Leyendo el libro de Viktor Frankl “El hombre en busca de sentido” encontré varias cosas que quise compartir con ustedes dado que les veo mucho valor. Navegaremos principalmente en dos ideas que él plantea. “El sentido” y “el mundo interior”
El libro narra la historia real de Viktor, contada por él mismo, quien padeció el ser preso con su familia en campos de concentración en la 2 da Guerra Mundial. Esta experiencia lleva al límite al ser humano. Límites físicos (comida escasa y trabajos pesados todos los días), límites de la dignidad (golpes constantes e insultos), canibalismo, sobrepoblación de habitaciones y muertes a quienes se les consideraban que no podían trabajar.
En este contexto, Viktor pudo aceptar la situación que vivía (le costó mucho), y desarrollar una teoría psicológica nueva. La cual plantea “¿qué es lo que hace que algunas personas puedan continuar y no rendirse?” En respuesta a ello descubre que quienes continúan y no se rinden, tienen un sentido o un para qué que los impulsa (esto puede ser un hijo, una familia, un estudio que terminar o algo por continuar), a muchos quienes no tenían un sentido, Viktor los estimuló para que lo vieran, y en varios casos así sucedió. Cada sentido es dado por las personas de manera distinta, y todos son legítimos e incuestionables, ya que son suyos, propios.
Algunos ejemplos al darle sentido:
“…en una ocasión, un viejo doctor en medicina general me consultó sobre la fuerte depresión que padecía. No podía sobreponerse a la pérdida de su esposa, que había muerto hacía dos años y a quien él había amado por encima de todas las cosas. ¿De qué forma podía ayudarle? ¿Qué decirle? Pues bien, me abstuve de decirle nada y en vez de ello le espeté la siguiente pregunta: «¿Qué hubiera sucedido, doctor, si usted hubiera muerto primero y su esposa le hubiera sobrevivido?» «¡Oh!», dijo, «¡para ella hubiera sido terrible, habría sufrido muchísimo!»
A lo que le repliqué: «Lo ve, doctor, usted le ha ahorrado a ella todo ese sufrimiento; pero ahora tiene que pagar por ello sobreviviendo y llorando su muerte.»
No dijo nada, pero me tomó la mano y, quedamente, abandonó mi despacho. El sufrimiento deja de ser en cierto modo sufrimiento en el omento en que encuentra un sentido, como puede serlo el sacrificio…()el interés principal del hombre no es encontrar el placer, o evitar el dolor, sino encontrarle un sentido a la vida, razón por la cual el hombre está dispuesto incluso a sufrir a condición de que ese sufrimiento tenga un sentido.”
Vemos según el autor que Incluso el sufrimiento puede tener un sentido, y al encontrárselo (o sea al mirarlo desde otras posibilidades) este puede comenzar a despertarnos otras emociones y puede ser vivido de otra manera. Pudiendo habilitarnos otros caminos que antes no veíamos… o creíamos no merecíamos para nosotros.
El mismo Frankl necesitó encontrarle sentido. Cuando ingresó al campo de concentración, llevaba los estudios que había desarrollado y que estaba por publicar. Estos le fueron retirados y los perdió para siempre, por lo que el sentido de pasar por esta experiencia comenzó siendo el de culminar su obra (la cual escribió las ideas principales en pedazos de tela durante su prisión) y añadiéndole lo aprendido en el campo de concentración.
Mundo interior:
“…A pesar del primitivismo físico y mental imperantes a la fuerza, en la vida del campo de concentración aún era posible desarrollar una profunda vida espiritual. No cabe duda que las personas sensibles acostumbradas a una vida intelectual rica sufrieron muchísimo (su constitución era a menudo débil), pero el daño causado a su ser íntimo fue menor: eran capaces de aislarse del terrible entorno retrotrayéndose a una vida de riqueza interior y libertad espiritual. Sólo de esta forma puede uno explicarse la paradoja aparente de que algunos prisioneros, a menudo los
menos fornidos, parecían soportar mejor la vida del campo que los de naturaleza más robusta.”
Uno puede generarse un mundo interior rico, independientemente de las condiciones externas. El autor está situado en una de las condiciones más extremas que a mi mirada se pueden conocer, las de un campo de concentración como lo fue Auschwitz. El trabajo de los reclusos era constante, con poca alimentación y netamente físico. Aún así pudo ver cómo los hombres más robustos (supuestamente favorecidos por su robustez) desfallecían, mientras que los menos fornidos podían continuar. El poder desarrollar un lugar dentro de cada uno es algo que todo ser humano puede hacer, este lugar puede ser poblado de las cosas que a uno le gustan, las palabras que les gusta/ría escuchar, y esto brinda un refugio que nadie puede arrebatar, siempre seremos libres dentro de ese espacio. Incluso el autor cuenta que los guardias lo insultaban y él sin prestarles atención seguía trabajando mientras entablaba una conversación interior con su esposa (la cual no desconocía si se encontraba con vida en el otro extremo del campo de concentración).
Poder permitirnos este espacio es jugar a favor de nosotros mismos, también podemos sumar a la construcción de este espacio, el pedido de asistencia o ayuda de otras personas. Dado que este también es otro recurso que sí poseemos, a diferencia de un campo de concentración…
Viktor Frankl plantea “En realidad no importa que no esperemos nada de la vida, sino que la vida espere algo de nosotros. Lo que difiere de cada persona y puede ser distinto incluso en distintos momentos de la vida.”
Darle sentido o encontrarle sentido a las cosas que vivimos es un acto absolutamente al alcance de cualquiera al cual podemos aspirar, y es un acto que nos vuelve poderosos, responsables, incluso sin que el entorno (si lo consideramos desfavorable) nos influya. No tenemos límites en lo que podemos conseguir, si así nos lo proponemos. Si podemos mirar con nuevos ojos y encontrarle o darle un sentido a todo lo que nos sucede, y este sentido nos abre posibilidades (nos genera emociones deseadas), es muy posible que nuestras metas se tornen más alcanzables y nosotros podamos vivir la vida como queramos, encontrándole día a día un sentido y si no, preguntándonos ¿qué espera la vida de nosotros? Siempre espera algo, y si no lo escuchamos, tal vez necesitamos escuchar a otros para conocerlo.
Carlos Lanza Ponte